En este apartado que dedicamos a películas relacionadas con la música electrónica y el clubbing debíamos dedicar una parada a este tremendo artefacto llamado It´s All Gone Pete Tong. Quizás no sea la mejor de las que vayamos a hablar en esta sección, pero debe estar por muchas razones, y una de las cuales es el hábitat en el que ocurre, que es la Ibiza del clubbing.
Se montó un cuasi perfecto ecosistema para su lanzamiento, incluso se llegaba a jugar con la idea de que era la historia de un DJ llamado Frankie Wilde, tal y como se podía leer en los carteles de promoción de la película: “La leyenda de Frankie Wilde, el DJ sordo”. Pero esta película es lo que se viene a denominar un mockumentary, o sea, un falso documental en clave de comedia.
En este caso, digamos que es en clave de comedia con duros golpes de realidad y drama.
Como puesta a punto del personaje, se crea un background más que creíble. Frankie Wilde creció en Brixton, Londres, buscándose la vida y trabajando de todo hasta que empieza a pinchar en los bares más humildes de la capital británica. Fue aprendiendo el oficio y cuando la escena rave explotó, Frankie estaba preparado, pinchando sets de acid house y techno unido a su arrolladora habilidad como showman encima de la cabina. Con la fama llegó la expansión internacional hasta que llega a la meca del clubbing internacional en sus mejores años, Ibiza en el cambio de siglo.
Ese animal que es Frankie encuentra en la isla su jungla perfecta, y se empieza a dibujar una parodia de lo que era el DJ superstar de aquellos años, con merchandising vario y absurdo en ocasiones con su nombre y su imagen. Casoplón adecuado al nivel de pasta que ganaba, supermodelo como mujer, entrevistas en la playa para todos los canales de televisión internacionales, radios, etc, etc.
A su fama de DJ le sigue, como era evidente, la de productor, grabando temas que llegan a utilizarse en anuncios de coches en medio mundo. Frankie está en lo más alto. Pero, como también era evidente, se dibuja la imagen de la cara b de todo esto, que es el abuso de sustancias legales e ilegales a volquetes. En el interior de su casa no habían salinas, eran montañas de polvo blanco en las que Frankie hundía su morro para ponerse del revés día y noche.
Aquí es donde empieza la tragedia… este panorama con un niño, teniendo que cumplir ciertos compromisos profesionales… pero lo peor está por llegar. Un día, viendo un partido de fútbol en la tele, un poderoso y agudo zumbido se apodera de su cabeza, y de golpe y porrazo, pierde la audición por completo, y su único compañero es ese fatídico zumbido.
Esto unido al abuso incesante del alcohol y la cocaína, hace que Frankie se vuelva insoportable, rozando la demencia. Todo lo que tenía alrededor se desmorona, su mujer, el infante, su representante y amigo desaparecen rápidamente, a lo que le siguen más catástrofes como la rescisión de su contrato discográfico. Lo peor es que todavía no había tocado fondo, ya que, en vez de tratar de buscar una salida o una solución, sigue dejando sin existencias a los carteles colombianos con el añadido de que no podía comunicarse con el resto de la humanidad a no ser que fuera por escrito. Hay escenas realmente escalofriantes en esta parte de la película, como una en la que hay involucrado un tejón.
Por suerte conoce a alguien que le hace ver el camino a seguir, desintoxicándose, integrándose en una asociación de sordos para aprender a leer los labios y a poder comunicarse. Pero nuestro protagonista quiere volver a poder pinchar, y en un trabajo de superación tremendo, con la ayuda de un osciloscopio y sintiendo los graves a través de sus pies, Frankie vuelve a pinchar en Pachá.
Tras su resurrección musical, tras demostrar que no era una piltrafa humana y que quien tuvo, retuvo, tras esa sesión exitosa, Frankie desaparece del mapa y en el final de la película descubrimos el cambio en su vida a partir de ese momento.
El enorme actor Paul Kaye da vida a un Frankie Wilde pasado de vueltas, excesivo e histriónico en una gran actuación. En unas declaraciones posteriores, Kaye dijo que no tenía ningún tipo de conexión con el universo clubbing, rave o de la música electrónica, que él más bien le tiraba el rock. Mayor mérito todavía. Encontramos cameos de personajes famosos relacionados con la escena de aquellos días, como el propio Pete Tong (que también fue productor del film), Carl Cox, Paul Van Dyk, la residente de Pachá Sarah Main, Tiësto o Lol Hammond. La banda sonora estaba a cargo de nada mas y nada menos que Graham Massey (808 State) y en la selección de temas estaba lo más escuchado en los clubes de la isla en la época de su estreno, en septiembre del 2004 en Canadá y entre abril y mayo del 2005 en el resto del mundo. Su director es el canadiense Michael Dowse, que también es el autor del guion, cuyo único hito anterior había sido la película Fubar, que logró un cierto culto en su país. Otro miembro del equipo destacable fue el productor Alan Niblo, que había trabajado con anterioridad en otro film que probablemente traigamos a esta sección, Human Traffic (1999).
Aunque no fue un éxito comercial en las salas de cine, recogió varios premios en unos cuantos festivales internacionales, como el Festival Internacional de Toronto a la película o el US Comedy Arts Festival, que premió tanto a la película como a la gran interpretación de Paul Kaye.
Es un retrato exagerado a la vez que fiel en bastantes aspectos de lo que era la escena clubbing ibicenca de aquellos días, con exteriores e interiores filmados en la isla y sus clubes. Es exagerado y fiel porque hay un hilo conductor de realidad en buena parte de su argumento y en buena parte del retrato del protagonista, que se exagera para lograr esas cotas de comedia y luego de drama que hacen de It´s All Gone Pete Tong un film interesante y que, a pesar de tener ya una edad, ha aguantado muy bien el paso del tiempo.