Este mes nos acercaremos a Sheffield en dos ocasiones. La primera estaba programada, como ocasión de un ilustre aniversario, la segunda, por desgracia, nos ha llegado de manera imprevista durante el día de ayer, 21 de septiembre.
A través de un comunicado de Mute Records, la discográfica que ha editado los últimos discos de los Cabs, nos llegaba la tristísima noticia del fallecimiento de Richard H. Kirk. Como han dicho otros ilustres, 808 State, se nos ha ido uno de los padres de la música electrónica.
Y no es nada exagerado.
La noticia de su muerte ha llegado al público el día 21 de septiembre, pero no sabemos con certeza en que fecha exacta ha ocurrido el deceso ni las causas del mismo. Richard, Kirky para los amigos, siempre fue tremendamente celoso de su vida privada, hasta el extremo que tan sólo en una entrevista en el año 2015 se le escapó que estaba casado. Pero no estamos aquí para el cotilleo amarillento, vamos a tratar de explicar el porqué para quien no ha conocido a fondo su figura, y a homenajear a la misma para quienes si que han seguido la trayectoria de este polifacético artista.
Richard Harold Kirk nació el 21 de marzo del año 1956 en Sheffield, el corazón de acero industrial de Inglaterra, capital de South Yorkshire y la patria chica de grupos como Human League, Heaven 17 o Clock DVA (si hablamos de sus coetáneos y compañeros de sonidos, si nos extendemos en estilos y tiempos, la lista es tremenda, desde los ABC de Martin Fry hasta Moloko, Pulp, LFO o Artic Monkeys). A finales de los sesenta, Richard y Stephen William Mallinder, su futuro socio en el grupo que les dio fama y reconocimiento internacional, se conocen y empiezan a descubrir sonidos como los de Bowie, la Velvet o Roxy Music, aberrando del asfixiante y aburrido rock progresivo. Pero esas primeras influencias no se acotan exclusivamente al mundo de la música (de hecho, ellos siempre dijeron que Cabareto Voltaire no era un grupo, sino un proyecto artístico), y Richard siempre ha citado a diferentes artistas y escritores como Warhol, Francis Bacon o William S. Burroughs como referencias fundamentales en su producción.
La pareja se juntan con otro elemento extraño del hábitat de Sheffield, un tipo llamado Christopher Richard Watson (más conocido como Chris Watson), cuyas principales aficiones eran las grabaciones de sonidos y la manipulación de cintas. Dicen las crónicas que el nacimiento de Cabaret Voltaire como grupo data del año 1973, y, como todo el mundo sabe a estas alturas, el nombre viene de aquel club nocturno de Zürich que sirvió como centro neurálgico para el nacimiento del movimiento Dada, otra de las influencias de la banda.
Richard describió en una entrevista su temprana motivación para hacer música como «el aburrimiento» derivado de la ausencia de distracción en el Sheffield de principios de los años 70. «Tenías que encontrar tu propio entretenimiento, que resultó ser hacer música electrónica rara”. Y así fue, hasta extremos como salir corriendo de una actuación (incluyendo la destrucción de su clarinete) porque la gente pensaba que iban a ver un grupo de rock convencional y cuando se encontraron con los Cabs versión 1.0, la cosa se torció bastante.
En la segunda mitad de los setenta, y en una antigua fábrica de cubertería (el acero y Sheffield de nuevo…) empiezan a crear junto a la primera versión de The Human League (es decir, The Future, el grupo formado por Ian Craig-Marsh y Martyn Ware, más tarde fundadores de B.E.F. y Heaven 17) lo que serían los estudios Western Works, que empezó siendo un basurero en palabras del propio Richard. Más tarde los Human League abandonaron los estudios y se quedaron solamente los Cabs, convirtiendo en poco tiempo a Western Works como auténtico nodo catalizador de todo lo que ocurría en la ciudad.
En el año 1978 ficharon por Rough Trade, una de las grandes discográficas independientes del Reino Unido y Cabaret Voltaire empieza a despegar a gran velocidad en el panorama musical británico. Su sonido siempre ha sido difícil de definir por ser innovador e imprimir un sello personal e intransferible a sus lanzamientos, pero la palabra experimental siempre ha ido pegada a esa definición.
Aunque, por ejemplo, si el Punk debiera definirse en clave electrónica, creo que debería llamarse Nag Nag Nag, o sin Three Mantras bandas como Muslimgauze no habrían existido. O que la música de baile no habría sido igual sin Yashar o sin The Dream Ticket.
La influencia de Cabaret Voltaire en la música de las décadas posteriores es inabarcable y casi infinita.
En el 81 Chris Watson abandona el grupo dedicándose desde entonces a ser uno de los mejores operarios de sonido de la televisión británica Y Kirk y Mallinder siguen adelante con Cabaret Voltaire. Al año siguiente, la alianza con Rough Trade se resquebraja y llegan a editar uno de sus mejores temas (Yashar) con Factory Records (de ahí la conexión con John Robie, mano derecha de Arthur Baker que ya trabajaba con New Order) y la banda sonora de Johnny Yesno antes de fichar por Virgin. Allí llegó el álbum que les hace deslumbrar a propios y extraños y que les lanza a audiencias más amplias que hasta ese momento, The Crackdown, y otro de sus mejores temas, The Dream Ticket.
Pero ya no estaban en una compañía discográfica independiente, y allí las exigencias comerciales son diferentes.
Luego llegó otro cambio de sello, a otra compañía multinacional, Parlophone, y tienen un renacimiento musical en la entrada a la década de los noventa, con todo el aluvión House y Techno que llegaba desde USA y todo lo que ocurría en UK (Acid House, Balearic, raves…), aparte de otro factor importante, crean Plastex, su sello discográfico, y vuelven a crear con libertad artística plena. La primera etapa de Cabaret Voltaire llega hasta mitad de los noventa, cuando pasa a estado de hibernación, con Mallinder marchándose a vivir a Australia (donde estaría por espacio de más de una década).
Pero el torrente creativo de Richard H. Kirk era algo inconmensurable. Prueba de ello es la lista de alias con las que ha grabado o colaborado: Al Jabr, Anarchia, Biochemical Dread, Bit Crackle, Blacworld, Chemical Agent, Citrus, Cold Warrior, Dark Magus, Destructive Impact, Dr. Xavier, Electronic Eye, Extended Family, Frightgod, Future Cop Movies, International Organisation, King Of Kings, Multiple Transmission, Nine Miles Dub, Nitrogen, Orchestra Terrestrial, Outland Assassin, Papadoctrine, Port Au Prince, PSI Punky Dread Allstars, Reflexiv, The Revolutionary Army (Of The Infant Jesus), Robots + Humanoids, Sandoz, Signals Intelligence, The Silent Age, Trafficante, Ubermenschlich, Ubu Rahmen, Wicky Wacky y Vasco de Mento.
Aparte de su trabajo en los Cabs, en el año 1980 ya edita su primer cassette en solitario, Disposable Half-Truths, y de ahí en adelante, bajo su nombre, casi una veintena de álbumes. Fue uno de los primeros artistas en editar en Warp Records (el tercer lanzamiento concretamente), otra de las maravillas que Sheffield ha legado a la historia de la música. Sweet Exorcist fue el grupo (que formó junto a Richard Barratt aka DJ Parrot aka Crooked Man) con el que editó en el año 1989 aquel 12”, Testone, para ese sello que empezaba en su ciudad natal (y de la que nunca se movió en su vida).
Otro de los artefactos sonoros importantes en su carrera fue Sandoz, seudónimo bajo el que editó desde el año 1994 hasta el 2012 y en el que paseó por el Techno, Ambient, Electro y Dub sin complejos. Durante aquellos años, crea su propio sello (Intone) y sigue editando bajo innumerables alias.
Creador inamovible en la certeza de que la nostalgia es algo detestable, rechazo una enorme cantidad de dinero para “resucitar” a Cabaret Voltaire sólo para tocar material viejo en un Coachella. El grupo resucitó, sólo con él a los mandos, cuando tuvo algo nuevo que enseñar al público, y eso ocurrió en el año 2014 para el festival Atonal en Berlín. Desde entonces, actuó en unas cuantas ocasiones hasta que el año pasado nos sorprendió con un nuevo álbum de Cabaret Voltaire, el soberbio Shadow Of Fear. Le siguieron en marzo y abril del año 2021 dos trallazos experimentales al más puro estilo Drone, Dekadrone y B9NDrone.
Justo cuando pensábamos que íbamos a poder seguir disfrutando de nuevos lanzamientos de Cabaret Voltaire, y con este nivel de calidad, la noticia de la muerte de Kirky ha llegado como un hachazo. La lista de menciones y homenajes en las redes sociales a cargo de importantes nombres de la electrónica es larguísima… prueba más que evidente de su tremenda influencia.
Para quienes quieran introducirse en el tremendo universo musical de Richard porque no conozcan a fondo su obra, podemos recomendar algunos álbumes de su época con los Cabs como Red Mecca, 2×45, The Crackdown, Plasticity y el antes mencionado Shadow Of Fear. En su propio nombre, la caja #7489 con 8 cd´s es un testamento sonoro que recoge sus trabajos más experimentales, y como Sandoz, In Dub-Chant to Jah y Acid Editions ilustran a la perfección su impresionante versatilidad.